Don Isidoro Araujo de Lira y Alcalde
La vida de este periodista y emprendedor boucense se encuentra íntimamente ligada al Diario de La Marina, el periódico más importante de la historia de Cuba, del cual nuestro personaje fue propietario y primer director.
Don Isidoro Araujo de Lira nació en la villa de Bouzas a las diez de la noche del 2 de enero de 1816 en la casona de la actual calle Herreros, hijo de don José Araujo Troncoso de Lira y de doña Luisa Alcalde.
Recibió en Bouzas su primera enseñanza y a los doce años inició sus estudios de humanidades en Tui, comenzando posteriormente los estudios de filosofía en el histórico monasterio benedictino de Samos, provincia de Lugo, donde permaneció hasta la exclaustración de 1835.
Continuó su formación en Madrid, donde obtuvo un empleo en el Ministerio de la Gobernación, del cual pasó al gobierno civil de Salamanca. Cesante de este cargo en 1839, se embarca para la Habana, dándose a conocer por los años 1840 y 1841 en el Noticioso y Lucero con el folletín Ana Mir (anagrama de Marina) interesante obra que le valió reputación e ingresos.
Se dedicó a la enseñanza privada durante un corto periodo de tiempo, ya que pronto encontraría un mejor terreno en el que poder demostrar sus cualidades. Y así, en compañía de otras personalidades, fundó Araujo de Lira en 1844 el conocido y popular Diario de la Marina, periódico que había sido uno de sus más ansiados sueños y que se mantendría en activo tras su muerte hasta el año 1960. Consagró la publicación a la defensa de los intereses del comercio y a representar en la gran Antilla los legítimos intereses de la metrópoli. Toda la isla se volcó directamente con la empresa.
Durante los intentos de invasión por parte de los Estados Unidos comandados por el ex–general español Narciso López, Araujo de Lira obtuvo un distinguido puesto en los batallones de defensa de la Habana formados por el capitán general Concha.
Normalizada la situación de la isla y habiéndose ganado nuestro personaje el respeto y la confianza de la sociedad de la Habana, los propietarios y comerciantes de la isla le encomendaron el desempeño de comisiones en la península durante los años 1848 y 1853. La misión que le trajo a España en esta última época, le obligó a permanecer en Madrid hasta finales de 1855 y, cuando en 1854 se vieron precisados a abandonar la corte el director y los redactores de Diario Español, se encargó Araujo de Lira del periódico.
Al regresar a Cuba en 1855 publicó, bajo las recientes impresiones de su viaje España, otro periódico destinado a hacer conocer a los peninsulares los verdaderos intereses de la “perla americana”. Escribió asimismo varios folletos estadísticos relativos a la isla, y una interesantísima Memoria sobre su estado político, gobierno y administración; trabajo que revela sus estudios y el profundo conocimiento de la materia que trataba.
Es además autor de algunas novelas y otras obras literarias.
Un lance de honor le ocasionó el 6 de mayo de 1861 una herida mortal, a consecuencia de la cual falleció en la Habana en la tarde del día 7, a los 46 años de edad, con gran pesar de sus amigos y admiradores.
El día 8 se celebraron sus funerales concurriendo a ellos la población entera. Llevaron las cintas del féretro el director de la Gaceta de la Habana, el de la Prensa y el del Moro Muza en representación del periodismo, y el poeta don Teodoro Guerrero en representación de las letras. Formaron el duelo el marqués de Mariana, el conde Armildez de Toledo (que vino a morir muy pronto a Vigo), el oidor Sr. Suarez Vigil y el coronel Sr. García Muñoz. Entre los doscientos carruajes que seguían la fúnebre comitiva, figuraron los del capitán general, segundo cabo, gobernador político, intendente general, y en fin, los de la aristocracia y personas de más alta distinción en la Habana.
Así rindieron el último obsequio al digno fundador del Diario de la Marina.
En 1961, con motivo del centenario de su muerte, el Liceo Marítimo de Bouzas descubrió una placa en la casa de la calle Herreros donde Isidoro Araujo de Lira vino al mundo, como recuerdo y homenaje a este boucense universal.
FUENTES:
Bouzas, historia de la villa (Justo Fernández Fandiño)
Archivo de la Cofradía del Cristo de Bouzas
Revista Galaica, 1875
Don Cayetano Parada y Pérez de Limia y su hijo
Don Vicente de Limia y Troncoso
D. Cayetano Parada y Pérez de Limia, hidalgo nacido hacia 1744, hijo de D. Juan Parada de Limia y Oria y de Dña. Rosa Ocampo y Neira, vecinos de S. Miguel de Gundín, Verín (Ourense). Llega a Coia alrededor de 1770 para hacerse cargo de los bienes que le deja su tío, el presbítero D. Ignacio Pérez de Limia, después de ganar un pleito a otros familiares. Su tío, que residió varios años en Madrid, era propietario de una casa grande en la Pardaíña y debía de disponer de una importante fortuna.
D. Cayetano se casó en 1770 con Dña. Joaquina Nogueira, hija del hidalgo D. Marcos Nogueira. En segundo matrimonio se une a Dña. Francisca del Carmen Troncoso, viuda del que fuera escribano numerario D. Juan López Varela, descendiente de una noble familia de Oia.
D. Cayetano fue alcalde de Bouzas en cinco ocasiones y jugó un destacado papel en la Reconquista de Vigo en el año 1809. Murió a muy avanzada edad en marzo de 1823, llevando en las honras fúnebres 18 sacerdotes. Está enterrado en el cementerio de Alcabre. Tuvo cinco hijos, los cuales, con anterioridad a la finalización de la guerra contra los franceses, ocupaban los siguientes cargos: D. José, Presbítero, D. Vicente, Subteniente y Fiel Administrador de Rentas Reales, D. Francisco, Subdiácono, D. Juan y D. Pedro.
De entre ellos, destacó D. Vicente de Limia y Troncoso, nacido en el pazo de la Pardaíña en abril de 1777, hijo de D. Cayetano y Dña. Joaquina Nogueira. Por las alteraciones frecuentes en su tiempo, adoptó como apellidos el tercero de su padre y como segundo el de Troncoso. Se casó en Alcabre en 1795 con Dña. Josefa Varela López, hija de su madrastra, con la que tuvo seis hijas.
Durante la guerra de la independencia contra los franceses, y bajo las órdenes de su padre, D. Vicente levantó en armas a los hombres del valle del Fragoso. Estableció el sitio de la villa de Vigo y, en el cerco a Tui, consiguió méritos para obtener el ascenso a capitán. Finalizada la guerra contra el ejército invasor francés, D. Vicente se instala en el casco urbano de Bouzas, donde vivirá hasta su muerte en 1817, a los 40 años de edad.
Retomando el perfil de D. Cayetano Parada y Pérez de Limia, en relación a sus actividades económicas, cabe decir que éstas se basaban en la percepción de rentas de la tierra. Como propietario y forero, en 1789 era el que más tierras tenía en el Casal de Roade; en 1817 cobraba por las rentas de Alcabre más de 6.000 reales y sus fincas, sólo en esa parroquia, estaban valoradas en 15.600 reales. En 1789 ocupaba el tercer lugar entre los que vendían la producción de vino en Coia, lo mismo que en 1812 entre los laicos de la feligresía, Bouzas y la villa de Vigo. Entró muy pronto en la administración local. En 1772 aparece como Juez-Alcalde del coto de Valladares y ese mismo año comienza el primero de los cinco mandatos de alcalde de Bouzas, aunque nunca lo fue del Fragoso, error muy repetido por los historiadores.
D. Cayetano era un defensor del orden tradicional representado por el sistema absolutista, por eso ocupará la alcaldía desde la supresión de la Constitución de Cádiz hasta el trienio liberal (1814-1820). Sus hijos siguieron su misma ideología. D. José llegó a formar parte de la Junta Apostólica de Tui, que luchó en armas contra el Régimen Liberal, lo que le valió una condena a muerte junto a su hermano D. Pedro Parada.
Pero será la guerra contra los franceses el episodio más importante de la vida de D. Cayetano Parada y el motivo por el que pasará a la historia como uno de los más importantes protagonistas de la reconquista de Vigo. D. Cayetano levantó las “alarmas” (ejército de voluntarios) del Fragoso y, a pesar de su avanzada edad (65 años), se entrevistó con el alcalde de Vigo, Francisco Javier Vázquez Varela, para establecer el cerco a la villa viguesa, manteniendo un campamento en San Gregorio, en el arenal de Coia, desde mediados de marzo de 1809. Entre sus ayudantes estaban, además de sus hijos, el párroco de Bouzas D. José Mouriño y D. Francisco Rúa.
Fueron los encargados de atacar la puerta de la Falperra y, tras ello, esperaron y detuvieron los refuerzos enemigos en el alto de Zamáns. Además de esto, D. Cayetano organizó una fábrica de municiones en su casa de la Pardaíña, y negoció con el comandante inglés de la fragata “Venus” el desembarco en Bouzas de milicianos procedentes del Morrazo. Estas actuaciones le valieron para que el 14 de junio de 1811 el Consejo de Regencia le concediese, a él y a sus hijos, el valioso Escudo de Honor.
FUENTES:
Prensa. Hoja del Lunes, 1976 / Pueblo Gallego, 1950 / Faro de Vigo, 1950
Bouzas, memoria y recuerdo (Lalo Vázquez Gil)
Bouzas, historia de la villa(Justo Fernández Fandiño)